A los cinco le regalaron sus primeros patines y no se los sacó más. A los seis ya competía en torneos locales, a los diez miraba videos de atletas internacionales y tres años después viajaba a Colombia para participar de su primer mundial. Desde entonces, Jordan Uriel Segovia, ha logrado medallas en campeonatos alrededor del mundo. Hoy este atleta de primera línea, enseña patín artístico en el Club Cárdenas.
Dos años atrás, cuando llegó al club, tenía cinco alumnas. En la actualidad el número ha ascendido a cuarenta. Al verlas, Jordan recuerda sus inicios en la disciplina: “Todas empezaron de cero, con patines de tiritas, como empecé yo”. En aquel entonces Jordan se pasaba el día en la vereda, yendo de un lado a otro sobre los patines. Un día sus amigas del barrio se anotaron en un club y lo llevaron con ellas. Así comenzó su carrera, a los porrazos, tal como esas alumnas que hasta hace poco no sabían pararse sobre los patines. Las mismas que hoy ya hacen figuras en un pie, saltos, trompos y coreografías.
Jordan enfatiza la importancia de comenzar a temprana edad. Su formación comenzó a los seis años, en el club Nueva Chicago, con los profesores Gabriela Pereyra y Gustavo Alanis. Competía en torneos interligas. Su madre le compraba los patines y el vestuario y lo acompañaba a todos los eventos. Al tiempo, uno de sus profesores habló con ella. Les parecía que el pibe estaba para ir más allá de las ligas chicas. Así, a los nueve, Jordan se pasó al Club El Fortín, con la profesora Claudia Di Luciano, y comenzó a participar en torneos metropolitanos y nacionales.
En ese entonces su inspiración eran los videos de competencias internacionales. Sus preferidos eran los australianos, norteamericanos e italianos. A partir de entonces, llevado por el deseo de llegar a competir en el exterior, se fue entregando cada vez más al deporte. Es así que, a los trece años, se produjo el punto de inflexión en su carrera: su primera competencia internacional. Jordan viaja a Colombia y obtiene el octavo puesto en la categoría juniors.
De regreso a la Argentina , luego de alcanzar la meta del primer mundial, su ambición era mayor: ahora quería ganar una medalla, y poco después aspiraría a ser campeón del mundo. El proceso fue arduo. En cuanto tomó conciencia de que aquello que perseguía estaba muy cerca, se abocó de lleno a la práctica de su disciplina.
Entrenaba día y noche. No salía con amigos, no iba a cumpleaños, hacía la tarea del colegio en el tiempo que le quedaba entre los entrenamientos diarios. Sin embargo no tenía de qué quejarse. Su gran deseo era ser campeón del mundo y cada día era un paso más hacia esa meta. “Con el apoyo de mi madre y de mucha gente del barrio juntaban la plata.” A partir de allí, desde 1997 hasta este año, Jordan no ha parado de destacarse en el deporte, obteniendo medallas de bronce, plata y oro en casi todas las competencias en que participó.
Al día de hoy, tras pasar por muchos clubes, Jordan compite para el club Atlanta, con Tamara Alvez. Todavía sigue pagándose los viajes con la ayuda de su madre. El patín-dice-carece de apoyo estatal. Pese a eso, en el país hay muchos que, como él, luchan contra los obstáculos económicos para viajar y vuelven trayendo títulos mundiales.
Así, entre los entrenamientos y la labor docente en el Cárdenas, transcurren los días de Jordan Uriel Segovia. Sus alumnas lo llenan de orgullo: “A la mayoría ya las presenté en torneos amistosos y los resultados fueron buenísimos”-afirma “Tengo muchas expectativas puestas en ellas. A mí me gusta enseñar paso a paso, sin apuros. Confío mucho en lo que corrijo en ellas y sé que, a la larga, mis alumnas van a ser muy buenas. Siempre y cuando ellas también quieran eso.”
Por Rodrigo Baraglia
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